La enfermedad periodontal o piorrea es la causa más frecuente de consulta al dentista junto a los problemas de caries. Se trata de una infección crónica en las encías que desemboca en la pérdida de piezas dentales.
La falta de higiene o una mala técnica de cepillado producen que los restos de comida se acumulen formando una capa blanquecina y blanda sobre dientes y encías. Esto provoca la inflamación y sangrado gingival que cesa cuando mejora la limpieza diaria.
Favorecida a su vez por factores genéticos (cantidad y calidad de la saliva) y de alimentación, la placa endurece formando el sarro, que ya debe ser eliminado por el dentista con una limpieza en clínica. Si el sarro se acumula bajo las encías ejerce un efecto de cuña por presión e irritación bacteriana. Así se llega a producir la reabsorción y merma de encía y hueso alveolar de soporte del diente, por lo que éstos empiezan a moverse. Por eso resulta esencial realizar un tratamiento adecuado que estabilice el proceso.
Para empezar es fundamental mejorar la dedicación del paciente a su propia higiene bucal, aprendiendo a utilizar otros elementos complementarios al cepillo, como la seda dental y colutorios específicos. Ya en la consulta se realizan raspajes que eliminan el sarro de la raíz de los dientes aplicando anestesia local. En los casos más graves se completa la acción de los raspajes con tratamiento antibiótico y/o antinflamatorio.
En cualquier caso, el mejor consejo para mantener encías y dientes «en su sitio» es mantener una buena higiene oral y visitar al dentista una vez al año.